La fuente de los ocho caños.

Deambulando por las animadas calles, me llamó la atención un hombre mayor bañándose en una fuente. Era insólito que para la estación del año que estábamos se encontrara aquel individuo chapoteando en el agua, en aquella fuente de ocho caños.
Así que me acerqué a preguntarle que hacia allí en pleno invierno.

—Estoy aquí esperándote, desde hace mucho tiempo —me respondió.
— ¿A mi para qué viejo? —Me irritaba el hecho de que me estuviese esperando a mi precisamente, sin conocerme de nada, cansado de que todo se moviera en torno a mi.
— ¿Que harás de tu vida? Dejarás que el tiempo lo decida, o lo decidirás con tu propio destino. El primer beso no es el mas difícil ¿sabes? Sino el último —Me indicó.
— ¿Quién eres tío, porqué me hablas así?
—Soy tu Ego…
—¿Cómo? —Le pregunté estupefacto.
La voz de tu conciencia y de tus sentimientos chaval… —Y empezó a soltarme palabrería filosófica que se me hizo insoportable.

Al cabo del rato le pedí que dejara de atosigarme tapándome las orejas para no escuchar aquellas verdades, pero no me hizo caso.
—Si no encuentras tu camino, háztelo…
—La amistad nace del corazón y muere persiguiendo un amor...
—Eres esclavo de tus palabras y dueño de tu silencio.
—El odio nace del querer demasiado a alguien.
—Si estás seguro de haber odiado, desprecia tu debilidad y despréciate a ti mismo.
—¡¡Bastaaa!! —Grité a la vez que me levantaba para alejarme de aquel sitio.
Al cruzar la calle me fijé en un BMW 325 negro con el motor en marcha, estaba en medio de la calzada y parecía haber estado observándome todo el tiempo. Me imaginé a mi mismo allí sentando hablándole a una fuente como un esquizofrénico, la escena era bastante ridícula sus ocupantes se estarían muriendo de risa conmigo.
—Que miráis iros a la mierda ¡¡inútiles!! —Le grité agresivamente al BMW mientras me dirigía hacia él, acto seguido aceleró y se marchó calle abajo.
Comenzaba a clarear y consciente de mi estado anímico y físico, me fui a mi casa a dormir.