Barbacoa.

Una barbacoa nocturna en medio de la nada, en un lugar recóndito donde la inmoralidad se haría presente, allí me esperaba caras nuevas y como no, ella sin nadie a su lado, sin que la pretendiera, eso era más que grato y tentador.

Quedamos a las 11 de la noche, hora en la que JuanTrola salía del trabajo. Me alegré de haberme ido con él, pues el campo estaba realmente escondido y no me agradaba la idea de perderme en el trayecto, el camino me erizaba la piel, estaba todo tan oscuro y silencioso que hacia volar la imaginación.

Al llegar me bajé del coche para abrir la enorme cancela de hierro, aún no había llegado nadie, así que, supuse que estarían dando vueltas por el laberinto de caminos.
Mientras llegaban, me dispuse a dar una vuelta por los alrededores para curiosear un poco, primero opté por el exterior.

A mi derecha, a varios metros de la cancela se podía observar una pequeña alberca de regadío, mas al lado la casilla del perro guardián que custodiaba la propiedad, junto a una majestuosa morera digna de enaltecer.

Justo en frente a cinco metros, se encontraba un caserío destartalado el cual dejaba entrever cierta dejadez, me fijé en el lateral izquierdo que daba al cobertizo y me recorrió cierto escalofrío por la espalda al verlo tan sombrío y oscuro, finalmente me adentré en la casa para apartar esa desagradable sensación de mi mente.